Y es que el dicho de que el amor mueve montañas cuánta razón alberga.
Nos desplazamos a Salvatierra de los barros, donde conocimos a Raquel y Jose, dos enamorados jóvenes a quienes el destino había tenido la suerte de encontrar.
Comenzamos el día en casa de Raquel, mientras los maquilladores y peluqueros hacían su magia, nosotros nos sentimos muy arropados por el ambiente tan familiar que allí se respiraba, pudiendo sacarle todo el jugo a las emociones y sentimientos que ese día estaban a flor de piel. Jose, minutos más tarde nos recibía con esa gran sonrisa que le caracteriza y siempre con el fin de hacernos pasar un rato agradable, con una familia encantadora, nos hicieron disfrutar estos ratitos previos que pasamos con ellos.
Fueron transcurriendo las horas y llegó el momento de partir hacia la iglesia, Jose del brazo de su madre, partió con paso firme hacia el altar esperando a allí a su prometida.
Del brazo de su padre, paseando por las calles del pueblo como tantas veces lo había hecho en su infancia, caminaba Raquel. Elegante y majestuosa, entró en la iglesia donde enmudeció con su belleza a todos los invitados allí presentes.
Con una ceremonia religiosa acompañada de risas, lágrimas y unos amigos inigualables, partimos hacia las impresionantes BODEGAS MEDINA, fue allí donde transcurrió todo el resto de celebración de la boda con sus casi cuatrocientos invitados.
A destacar del día vivido, nos quedamos con el gran amor que ambos se tienen y con las ganas locas de vivir y disfrutar de cada segundo que pasan juntos, con esto y sumándole sus grandes amistades, hicieron que nos sintiésemos como otro invitado más.
Siempre recordaremos vuestra bella historia, gracias por hacernos sentir así.
